Saturday, January 27, 2007

"Algo pasa con el...L10"

Si digo que el transporte público no funciona bien ya se que no descubro nada nuevo, pero es que la línea de autobuses L10, entre El Prat y Sant Just, tiene lo suyo. Yo puedo entender una avería puntual, son cosas que pueden pasar. Pero dos en un período de tres días...algo huele mal aquí! Eso o es que el problema lo tengo yo, que tampoco es descartable XD.

Todo comenzó este jueves. Cogí el L10 a las 16.30 para ir a trabajar a la tienda. Teniendo en cuenta que el trayecto suele durar de 25 a 30 minutos y que tengo diez a pie no hace falta ser muy listo para saber que, de todos modos, no iba a llegar a las cinco...por eso, el autobus, gracioso donde los haya, decidió que acababa su recorrido en el Hospital de Bellvitge (a mitad de camino) porque no tenía ganas de subir la rampa de las sillas de rueda. Entro todos y con muchos mimos y alguna patada descontrolada intentamos hacerle entrar en razón, pero no hubo manera. Así que el metro fue la solución y llegar 20 minutos tarde, el resultado.
Pero esa primera avería no hubiera sido tan significativa sin la segunda, ocurrida solo hace unas horas.

Con mis padres camino de Valencia, el autobús era mi mejor amigo. Ilusionada con haber cogido el de las dos menos cuarto (gracias a los benditos retrasos, jejeje) comencé a hacer el típico cuento de la lechera. Llegaré a tal hora, comeré rápido, una siesta, a las cinco me levanto...cuando comienzo a sospechar que algo no anda bien: el conductor hablaba demasiado por radio con la central, mal asunto. Y como no quiere la cosa, dos tres paradas después de subir el autobús se para pq la temperatura del motor se ha disparado. Total, que nos toca esperar a que venga otro vehículo a rescatarnos. Los dies minutos estimados se convierten en 20 y se juntan en la parada el bus averiado, el que nos venía a buscar y el que seguía al nuestro en el horario...

Pero ahí no acaba el asunto y un loco se sentó a mi lado. Sabía que me iba a tocar a mi, estaba escrito en el destino, porque por más que intenté colocarme en el peor sitio del mundo...el loco llegó a mi lado. Una persona de esas que tiene la rara costumbre de querer hacer partícipes a todos los pasageros de sus pensamientos, ideas y vete tu a saber que. No se había callado durante la espera y, evidentemente, no lo iba a hacer ahora. Así que en cuanto comenzó a decirme cosas mi estrategia fue cerrar los ojos y ponerme a dormir. Pero ni por esas y con el rabillo del ojo veía como me observaba como un niño pequeño cuando quiere comprobar si de verdad esa persona está durmiendo. Aunque lo peor llegó cuando comenzó a escupirse en las manos (sí, asqueroso) para entrar en calor, el pobrecito se había dejado los guantes en el otro autobús. Yo, que iba con mi medio pollo rustido y mis croquetas en la mano deseando llegar a casa para comer y ese individuo comportándose de una manera muy rara. Hasta llegó a ocupar mi espacio vital agarrándose del asiento que estaba delante mio, no delante suyo!! Evidentemente me bajé alguna parada antes, mejor andar que esa compañía! Surrealista total, empiezo a pensar que las cosas que me pasan no son muy normales, jejeje.

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About Me

Periodista deportiva y redactora del diario Sport / Colaboraciones esporádicas de Javier Ramos, velocista